En algún momento de este último año decidí derrumbar ese muro sólido que a lo largo de cuatro duros años había levantado alrededor de mis sentimientos. Finalmente ha llegado ese momento que tanto temía. El día en el que esos sentimientos que ahora están tan expuestos (y con ellos yo misma), se vuelven en mi contra y me hacen derrumbarme.
Toca hacer balance de estos meses. Ver si ha merecido la pena lo que he ganado a cambio de lo que me va a tocar sufrir a partir de ahora. Las clases de estadística y economía no me sirven para esto. Toca adentrarse en la parte más oscura de mí. Buscar en los rincones de mi mente y sobrevivir a esta búsqueda interna sin enloquecer. Aunque quizás lo más fácil sea enloquecer. Distorsionar la realidad, vivir en un mundo paralelo en el que olvidarse de este.
Pero un mundo sin ti no merece la pena. Ni en este mundo ni en ningún otro.
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