La vida es como una casa de muchos pisos. Cada persona, cada cosa a la que damos importancia es una piedra en esa casa, y tiene un tamaño proporcional a esa importancia. Si una piedra pequeña se pierde, la casa sigue siendo sólida. Si una piedra grande se pierde, todo lo que hemos construido sobre ella se destruye.
Hay que asegurarse de que las piedras angulares que elijamos sean sólidas, pues ellas sustentarán nuestra vida entera. La pérdida de una de estas piedras conlleva la reconstrucción total de la casa, de la vida. Y sabemos bien, amigos, que antes de construir la nueva casa hay que limpiar los escombros. Aunque siempre queda algún resto que acabará saliendo en el futuro, resquebrajando los muros que pacientemente reconstruimos.